LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA (1936-1939)


Sublevación militar y Guerra Civil (1936-1939).


Introducción.

1. Causas de la sublevación militar.

2. Las primeras semanas de la Guerra.

3. La organización de los dos Estados.

4. Fases de la Guerra.

5. La ayuda extranjera.

6. Consecuencias de la guerra.

7. Conclusión.


Introducción.

La Guerra Civil española se inició en julio de 1936 con un golpe de Estado protagonizado por el bando nacional, y finalizó en abril de 1939, tras otro golpe de Estado realizado dentro del bando republicano.

El golpe de Estado de julio de 1936 triunfó en una parte de España y fracasó en la otra, dando lugar a un conflicto armado que duraría tres años.

Durante el desarrollo del conflicto se fue configurando el futuro Estado dictatorial en la España Nacional, zona que se caracterizó por su orden y unidad, mientras que la España Republicana se caracterizó por los continuos enfrentamientos entre los propios socialistas.

Una cuestión trascendental de este conflicto armado, dentro del contexto internacional (periodo de entreguerras), es que la Guerra Civil española está considerada por la mayoría, como la antesala de la II Guerra Mundial. Hitler utilizó este conflicto para tantear y saber la actitud de las potencias mundiales frente a su política expansionista, además de utilizarlo como campo de pruebas para su aviación.

La intervención o no intervención internacional en este conflicto fue un factor decisivo para su desenlace final. La victoria del bando nacional supondrá la imposición de una dictadura que paralizará el gran desarrollo del liberalismo en España hasta los años de la Transición.

1. Causas de la sublevación militar.

Causas

El factor principal del estallido de la Guerra Civil (1936-1939) fue la oposición de los sectores más conservadores de la sociedad a las reformas propuestas por los gobiernos progresistas de la República.

Entre estas propuestas se encontraban la Reforma Agraria, la disolución de las órdenes religiosas y la incautación de los bienes de la iglesia católica. Otras de las reformas, que supone otro de los factores fundamentales del golpe de Estado, fue la de los estatutos de autonomía, que contaban con la oposición del ejército y de grupos políticos de extrema derecha.

La victoria del Frente Popular en febrero de 1936 y la derrota de la CEDA de Gil Robles supondrá la puesta en marcha de una conspiración militar iniciada en el periodo anterior (Gobierno Radical-Cedista).

El desarrollo de estas reformas y la evolución de los distintos gobiernos republicanos fueron dando lugar a la configuración de los bandos enfrentados: se enfrentarán partidarios de un modelo de Estado conservador contra los defensores de un Estado más progresista, los defensores de un sistema dictatorial (totalitarista) contra los defensores de la democracia y el liberalismo, fascismo contra socialismo (comunistas y anarquistas), los defensores de la cultura y la tradición católica contra aquellos que patrocinaban el anticlericalismo (ateísmo), los defensores de una España regionalista (estatutos de autonomía) contra los defensores de la unidad nacional (centralismo).

Todas estas diferencias van a confluir en un enfrentamiento armado entre el bando republicano y el bando nacional.

El bando republicano. Compuesto por los sectores fieles al gobierno constitucional de la República, encabezados por el Frente Popular (coalición de grupos políticos de izquierda). Partidos políticos liberales de centro y derecha. Parte del campesinado, movilizado y partidario de las ideas anarquistas (CNT y FAI) y socialistas (PCE, POUM, UGT y PSOE). La mayoría de los obreros se alinearon desde el principio en la defensa de la República y del gobierno del Frente Popular. Por último, los movimientos regionalistas y nacionalistas, que aun siendo en su mayoría de derechas, veían en la República una oportunidad para sus estatutos de autonomía.

El bando sublevado. El autodenominado “bando nacional” se organizaba en torno a un grupo de altos mandos militares declarados como antirrepublicanos (Reforma Militar de Azaña). Estos oficiales eran contrarios a los estatutos de autonomía porque suponían una amenaza para la unidad nacional. Esta facción se componía de los movimientos políticos de extrema derecha como Falange Española, la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA) y el Bloque Nacional, entre otros. Contaron con el apoyo de la Iglesia Católica que movilizó a un gran sector de la población para la defensa de los valores tradicionales y católicos, propios de la mayoría de la sociedad española, valores que estaban siendo seriamente amenazados y atacados por la República. También se alinearon en este bando los monárquicos y carlistas, así como las élites empresariales y financieras del país (la oligarquía).

El golpe de Estado

En la tarde del 17 de julio se inicia la sublevación en Melilla. Los oficiales rebeldes se hicieron con la ciudad sin excesivas dificultades, situación que se repitió esa misma noche en Ceuta y Tetuán. Todos los que intentaron oponerse al golpe fueron reducidos, y la mayoría fusilados en los días inmediatos. Franco se traslada desde Gran Canaria a Tetuán (Dragon Rapide) para ponerse al frente del ejército del Norte de África.

El Jefe del Gobierno, Casares Quiroga, no tomó ninguna medida contra la sublevación porque no le dio importancia, se mantuvo en su planteamiento inicial de que no habría ningún golpe de Estado. No atendió a la demanda de sindicatos y partidos obreros de que les entregasen armas para defender a la República frente a los sublevados.

En la mañana del día 18 de julio, Queipo de Llano se incorporó al golpe en Sevilla, dominando en poco tiempo todos los centros neurálgicos de la ciudad. El golpe de Estado era una realidad y se extendió por casi todo el territorio peninsular ese mismo día.

El golpe triunfó en casi todas las capitales de Castilla, en algunas ciudades gallegas, en Andalucía occidental y Extremadura, Huelva, Jerez, Cádiz y Cáceres quedaron bajo el dominio de los insurrectos. Baleares y Canarias también estaban en sus manos.

En la tarde del día 18 Casares Quiroga dimitió. Azaña nombró a Martínez Barrio (Unión Republicana) nuevo presidente del gobierno, éste tendría que negociar directamente con el General Mola para establecer un gobierno de concentración y evitar la guerra, pero Mola rehusó, convencido de que el golpe era necesario y de que iba a triunfar. Desde ese momento, el enfrentamiento era imparable. Esa misma noche, el PSOE y el PCE convocaban a la movilización de toda su militancia para hacer frente a los sublevados.

En Pamplona, Mola esperó a la mañana del 19 para pronunciarse. Durante ese día, otras ciudades fueron quedando bajo dominio del bando sublevado: La Coruña se añadió al resto de Galicia, y en Oviedo el coronel Aranda se hizo con el control de la ciudad. En Andalucía, los sublevados consiguieron desembarcar algunas unidades del ejército de África, con el objetivo de enlazar las dos zonas donde había triunfado el golpe. Éste triunfa también en Granada y en Zaragoza, donde el general Cabanellas se hizo rápidamente con la ciudad. Lo mismo ocurrió en las otras dos capitales de la región.

El pronunciamiento fracasó, sin embargo, en otros puntos importantes: la mayor parte de Aragón, Asturias, toda Cantabria, Cataluña, Levante y buena parte de Andalucía oriental permanecieron leales a la República. Los golpistas carecían de fuerzas suficientes para hacerse con el control de estas áreas frente a las movilizaciones de los partidos obreros y sindicatos.

En la mayor parte de los buques de la Armada, los marineros se rebelaron contra los oficiales golpistas y pusieron al mando a oficiales leales al Gobierno. En Vizcaya y Guipúzcoa, la actitud del PNV, que declaró su lealtad al gobierno republicano, inclinó la balanza contra la sublevación.

El fracaso más grave se produjo en Madrid y Barcelona. En la capital catalana, la CNT movilizó a los obreros entregándoles armas para enfrentarse a las tropas golpistas. Los militantes anarquistas, en colaboración con los Guardias de Asalto y la Guardia Civil, que permaneció leal al gobierno de la Generalitat, rechazaron el avance de los sublevados. El General Goded, al mando de los sublevados, tuvo que rendirse ante el gobierno de Companys.

En Madrid, en la mañana del 19 los golpistas, dirigidos por el General Fanjul, quedaron sitiados y reducidosJosé Giral, nuevo jefe del gobierno, entregó armas a las milicias obreras (formadas por el PSOE y el PCE) para acabar con los sublevados.

En general, el golpe triunfó o fracasó en función de dos condiciones fundamentales:

- La capacidad de reacción de los milicianos. La clave del éxito de los nacionales estuvo en las dudas de muchos gobernadores civiles y alcaldes que rehusaron la orden de entregar armas a la población. 

- También fue fundamental la actitud leal o rebelde que tuvieron las unidades de la Guardia Civil, su actuación fue decisiva para el triunfo o fracaso del golpe en muchas ciudades y pueblos.

2. Las primeras semanas de la guerra.

Distribución espacial de las dos Españas

El día 21 de julio de 1936 la zona bajo control de los sublevados ocupaba dos amplias regiones, una al Sur y otra en el Norte de la Península, además controlaban el Norte de África, Canarias y Baleares. También la zona republicana estaba partida en dos, si bien su núcleo principal era mucho más sólido.

El bando nacional controlaba buena parte de la frontera portuguesa, mientras que la zona del Pirineo, próxima a la frontera francesa, permanecía leal a la República. Ésta dominaba, además, la costa mediterránea y parte de la atlántica.




La situación de ambos bandos al inicio de la guerra

La relación de fuerzas era bastante equilibrada, en términos generales, por lo que al inicio del conflicto no había un claro favorito para la victoria final.

La República superaba a los rebeldes en el dominio de las áreas industriales. Además, contaba con reservas suficientes de trigo en La Mancha y de cultivos como el arroz o los cítricos levantinos. El bando nacional, por su parte, tenía las reservas de cereal y ganado de la Meseta Norte y Galicia, además del carbón leonés y las minas de Riotinto.

La república partía con la ventaja de contar con las reservas de oro del Banco de España, aunque hay que tener en cuenta que gran parte del capital estuvo al servicio del bando nacional.

Pero esa superioridad no es tan clara si atendemos a los efectivos militares. La mitad de las unidades del ejército de tierra permanecía bajo el control del Gobierno republicano, pero la gran mayoría de sus oficiales se habían sublevado, por lo que las unidades estaban prácticamente desorganizadas, lo que obligó al gobierno republicano a recomponer un ejército sobre la base de las entusiastas, pero inexpertas milicias obreras. 

Giral (Izquierda Republicana) tuvo que improvisar un Estado Mayor con aquellos oficiales que se mantuvieron leales a la República, carecía de generales, ya que varios de ellos se habían sublevado, y muchos habían caído prisioneros o fueron ejecutados por los rebeldes. El bando rebelde contaba con la mayoría de generales y varias divisiones en Castilla, Galicia, Andalucía, además del ejército de África, el mejor equipado y entrenado.

No ocurrió lo mismo con la armada y la aviación. El día 20, la escuadra republicana ancló en Tánger, con órdenes de bloquear el Estrecho e impedir el traslado del ejército de África, pero en Ferrol y San Fernando las tropas rebeldes se hicieron con el dominio de los buques. Respecto a la aviación, la República tenía en sus manos la mayor parte de los aviones, aunque muchos fueron inutilizados por los oficiales sublevados antes de ser reducidos.

Consolidación de los frentes de batalla

Los primeros días de la Guerra sirvieron para consolidar los frentes.

En la sierra madrileña, las columnas nacionales, cuyo objetivo inmediato era tomar la capital, fueron contenidas por las milicias obreras en Somosierra, Navacerrada y Guadarrama. Los milicianos conseguían también recuperar Guadalajara y Alcalá de Henares.

En Andalucía, Queipo conseguía enlazar con Córdoba y Granada, abriendo una cuña en la Andalucía republicana.

En Aragón, las columnas dirigidas por los líderes anarquistas, comunistas y socialistas consiguieron recuperar terreno, pero no pudieron conquistar ninguna de las tres capitales.

El 5 de agosto, gracias a la ayuda alemana, se inició el traslado masivo del ejército de África a la Península. Con el objetivo inicial de marchar hacia Madrid, las tropas de legionarios y regulares dirigidas por Yagüe se desviaron para atacar Badajoz. Tras una breve y dura resistencia, los nacionales tomaron la ciudad, iniciando a continuación una durísima represión que provocó un escándalo internacional. La toma de Badajoz permitió enlazar las dos zonas del bando sublevado, y el suministro de ayudas al ejército de Mola.



3. La organización de los dos Estados.

La falta de organización en ambos Estados al inicio

La sublevación militar tuvo una consecuencia similar en ambos bandos: la falta de un poder organizado al inicio de la guerra.

Un accidente de avión acabó con la vida del General Sanjurjo, cuando despegaba desde Estoril-Lisboa (20 de julio) para hacerse con la dirección del alzamiento. El bando nacional, dirigido por un grupo de generales, siguiendo las instrucciones de Mola, establecieron un Estado autoritario y militarizado.

En el lado republicano, la situación fue aún más caótica. El Gobierno de Giral no tenía capacidad para gobernar, el poder real estaba, en casi todas las zonas, en manos de los comités organizados por los partidos obreros y sindicatos.

Las primeras semanas después del golpe fueron de una violencia inusitada en ambos bandos. Los ajustes de cuentas, los paseos, las ejecuciones y asesinatos sin juicio proliferaron. Es imposible calcular los miles de personas que fueron ajusticiadas de forma más o menos irregular en aquellos días.

En el bando sublevado, los fusilamientos fueron la respuesta habitual a la resistencia al golpe. Entre los ejecutados, destacan varios generales, como el General Núñez del Prado, enviado a Zaragoza para intentar convencer al sublevado Cabanellas de que depusiera su actitud. También fruto de esa violencia moría ejecutado, días después del golpe, el poeta Federico García Lorca o el político e ideólogo andaluz Blas Infante.

En general, puede decirse que la represión, concentrada sobre todo en los dirigentes obreros y en cuantos se habían manifestado a favor del Frente Popular, fue bastante más organizada y sistemática que en el bando republicano, pese a que en ocasiones los pistoleros de Falange y de otros grupos afines actuaban por su cuenta. Además, se prolongó durante toda la guerra.

En la zona republicana, por el contrario, la represión fue espontánea y muy desigual. Fue una respuesta visceral al golpe militar, llevada a cabo por grupos radicales y casi siempre incontrolados por sus propias organizaciones (CNT y FAI), y se ensañó especialmente en miembros del clero, dirigentes de partidos de derecha, empresarios y terratenientes, así como en personajes de conocida tendencia conservadora. Los generales Goded (Barcelona) y Fanjul (Madrid), así como José Antonio Primo de Rivera fueron juzgados por tribunales militares y ejecutados. Tras los primeros meses, la represión disminuyó y las autoridades pasaron a controlar la situación (Gobierno de Largo Caballero).

El apoyo internacional y el Comité de No Intervención.

Desde que estalla el conflicto, ambas partes se apresuraron a solicitar ayuda extranjera. Franco consiguió varios barcos mercantes enviados por Hitler, la clave del triunfo militar pasaba por desembarcar en la Península las tropas africanas. Esta acción fue una de las claves de su encumbramiento posterior. Pronto, las armas, los asesores militares y las primeras unidades alemanas e italianas comienzan a llegar.

El Gobierno republicano tuvo menos fortuna. Sus peticiones de auxilio fueron boicoteadas por muchos de los miembros del cuerpo diplomático antes de abandonar sus puestos.

El gobierno francés era partidario de entregar armas a la República, pero la intervención del Foreign Office hizo desistir a los franceses. Inglaterra no quería provocar un conflicto mundial en torno a la crisis española, y promovió la creación del Comité Internacional de No Intervención, en el que se integraron 27 países, entre ellos Inglaterra, Francia, Alemania e Italia. Se declaran neutrales, evitando el suministro de armas y recursos a ambos contendientes.

Este «Acuerdo de No Intervención» fue un completo fraude, ya que Italia y Alemania continuaron enviando material, hombres y dinero al bando nacional. Mientras, Stalin consideraba seriamente la posibilidad de intervenir en ayuda de la República, atendiendo a la llamada de auxilio del PCE.

Organización y evolución de la España republicana

Las primeras medidas del Gobierno republicano estuvieron mediatizadas por la iniciativa de los Comités formados por miembros de los partidos y sindicatos obreros, que se hicieron en la práctica con el control de los transportes, servicios urbanos, suministros militares y fábricas. El gobierno de Giral confiscó por decreto todas las empresas afectadas, los capitales de cuentas corrientes y depósitos fueron inmovilizados y se prohibió la transmisión de bienes inmuebles.

En el campo, la ocupación masiva de fincas se generalizó. En las zonas de predominio socialista o comunista, el proceso llevó a la socialización de la tierra y de la producción, mientras que en las regiones anarquistas surgieron colectivizaciones y comunas. También fueron incautadas todas las propiedades de la Iglesia.

En conjunto, la España republicana asistía en el verano de 1936 a una auténtica «revolución social», un proceso en el que se reflejaron dos tendencias muy marcadas: por un lado, comunistas, socialistas moderados y republicanos, partidarios de controlar la revolución y orientarla hacia una «economía de guerra» que permitiera vencer a los sublevados. Por otro lado, anarquistas, trotskistas y socialistas radicales que querían llevar la revolución a sus máximas consecuencias.

Esta división debilitó la capacidad de reacción de la República. El 5 de septiembre de 1936 se forma un Gobierno presidido por Largo Caballero, con miembros del PSOE, PCE, IR y Nacionalistas. Más tarde incorporan a cuatro dirigentes anarquistas (entre los que destaca Federica Montseny, la primera mujer “ministro” en España).

Entre sus objetivos destaca el intento de recuperar el control sobre la economía y el ejército. Las principales dificultades para centralizar el poder y controlar la situación pasaron por enfrentamientos con los comités obreros, las milicias y los gobiernos autónomos (octubre se aprobó el Estatuto vasco, Aguirre se convirtió en el primer Lehendakari).

Dos modelos enfrentados en el bando republicano:

CNT, FAI y POUM pretenden realizar una inmediata colectivización de tierras y fábricas en Cataluña, Aragón y Valencia. Su lema es: «Revolución y guerra al mismo tiempo».
PSOE y PCE intentan restaurar el orden y centralizar el poder por parte del gobierno a la hora de tomar las decisiones, respetar la pequeña y mediana propiedad. «Primero la guerra y después la revolución».

Un ejemplo de la pérdida de poder por parte del Gobierno se manifestó cuando el gobierno de la Generalitat, siguiendo instrucciones del Gobierno Central, intentó controlar la compañía Telefónica de Barcelona, en manos de la CNT, estalló una insurrección y se produjeron combates callejeros (1937).

Estos incidentes provocaron la dimisión de Largo Caballero (mayo de 1937), constituyéndose un nuevo gobierno dirigido por Juan Negrín (PSOE) con mayoría socialista pero inclinado a las posturas del PCE (cada vez más influyente por la ayuda soviética). Entre sus decisiones destaca la ilegalización del POUMla negociación con la URSS para la ayuda militar y la centralización en la dirección de la economía y del ejército popular.

A partir de marzo del 38, con la llegada de las tropas franquistas al Mediterráneo, surgen dos posturas enfrentadasla postura oficial del Gobierno, que pretende la resistencia a ultranza, opción mantenida por Negrín, parte del PSOE y el PCE. La otra postura, defendida por los antinegrinistas (Besteiro), considera la opción de negociar con Franco.

El Pacto de Múnich (1938), la retirada de las Brigadas Internacionales, la retirada de la ayuda soviética y la pérdida de Cataluña suponen una clara manifestación de la inminente derrota.

En marzo de 1939 se produce el golpe del Coronel Casado, apoyado por Besteiro (PSOE) y otros dirigentes antinegrinistas, supone la destitución de Negrín y la derrota militar de la República.

Organización y evolución de la España nacional-franquista

En el bando nacional los generales sublevados formaron en Burgos la Junta de Defensa Nacional, presidida por el general más antiguo, Cabanellas. Entre las primeras medidas destacan: restablecimiento de la bandera roja y gualda, se aplicó el Estado de guerra y las autoridades civiles fueron sustituidas por gobernadores militares.

En materia económica, la Junta recabó la ayuda de los financieros, entre los que destacó el mallorquín Juan March, que durante toda la guerra financió al gobierno nacional. Un decreto canceló todas las medidas de Reforma Agraria y se organizó una Junta delegada del Banco de España.

Desde los primeros días el aparato de propaganda del nuevo régimen inició una campaña para transformar la rebelión en un alzamiento nacional contra una República marxista y comunista. En los tribunales militares se condenó a muchos republicanos como rebeldes, invirtiendo así la secuencia real de los hechos. En la justificación del golpe de Estado tuvo desde el principio un papel primordial la Iglesia, presentando la lucha como una «cruzada» para salvar a España del ateísmo.

El apoyo militar alemán no tardó en llegar. Para el Führer, se trataba de probar sus armas, obtener una posición sólida en el Mediterráneo y, sobre todo, poder adquirir en compensación materias primas españolas. La consecución de este apoyo convirtió a Franco en el más influyente de los generales sublevados. Pronto se planteó la necesidad de establecer un mando único, y tras varias discusiones entre los generales, y pese a la oposición de Cabanellas, se decidió otorgar la jefatura a Franco (Generalísimo).

El 1 de octubre tomaba posesión en Burgos como «jefe del Gobierno del Estado español», en principio un nombramiento que sólo debería tener vigencia durante el transcurso de la Guerra, aunque luego se demostró que no sería así.

Entre las principales disposiciones políticas del «Caudillo» destacan:

Establecer una dictadura personal de carácter militar con una Junta Técnica del Estado para asesorarle.

Decreto de Unificación (1937) por el que se constituye un partido único del Régimen: el Movimiento Nacional, formado con miembros de la FET y de las JONS (sigue el modelo del fascismo y del nacionalsocialismo).

La Ley de la Administración Central del Estado que concentra en la figura de Franco todos los poderes. 

Ley de Prensa que establecía una férrea censura.

Fuero del Trabajo (1938) que controla a las organizaciones patronales y obreras, será el fin de la libertad sindical.

Régimen confesional: subvención de la Iglesia, eliminación del divorcio y el matrimonio civil. La Iglesia se vincula claramente con el régimen franquista, surge el Nacionalcatolicismo.

Ley de Responsabilidades Políticas: (1939) establecía el tipo de represión que debería llevarse contra los vencidos. Son «rebeldes» todos los que se hubieran enfrentado al «Movimiento».

4. Fases de la Guerra.

Las distintas fases de la guerra se establecen según el avance del ejército nacional sobre el territorio republicano.




El elemento clave en el avance nacional fue el «puente aéreo» establecido con aviones alemanes e italianos para transportar al Ejército de África a la Península (agosto de 1936).

Avance hacia Madrid (1936)

- Brutal represión tras la conquista de Badajoz (agosto 1936) por parte de los sublevados dirigidos por Yagüe (2.000 a 4.000 ejecuciones). Supone un escándalo internacional.

- Franco libera (septiembre) a los sublevados asediados por los republicanos en el Alcázar de Toledo. Esta acción fue considerada como un símbolo por los nacionales y Franco es designado «generalísimo» y jefe del gobierno en Burgos.

- El General Mola toma Irún (agosto), aislando al País Vasco de la frontera con Francia.

La Batalla de Madrid (1936)

- A principios de octubre de 1936 las fuerzas nacionales dirigidas por Varela llegaron a las afueras de Madrid.

- En noviembre de 1936 se inició la Batalla de Madrid.

- Movilización del pueblo madrileño para la defensa (Dolores Ibárruri “La Pasionaria”) con el eslogan ¡No Pasarán! Llegan a Madrid las Brigadas Internacionales, tanques y aviones rusos, y columna Durruti (Milicias Antifascistas catalanas).

- Bombardeos de la capital por aviones Junker alemanes. Duros combates en la Casa de Campo, Ciudad Universitaria y Puente de los Franceses.

- El 23 de noviembre Franco ordena el fin del asalto frontal a la ciudad. El cambio de estrategia viene motivado por intereses particulares.

Las Batallas del Jarama, Málaga y Guadalajara (1937)

- La nueva estrategia pasaba por rodear y aislar a Madrid, pero se produjeron los fracasos nacionales en la batalla del Jarama (febrero), una de las más encarnizadas de la guerra, y la batalla de Guadalajara (marzo), donde las fuerzas italianas de Mussolini son derrotas por los milicianos republicanos y brigadistas internacionales.

- El fracaso de la nueva estrategia hace que Franco opte por otra estrategia que pasaba por la prolongación del conflicto y así desgastar a las fuerzas republicanas, también le servirá para ir consolidando las bases del futuro Estado español (dictadura franquista).

- La conquista de Málaga (febrero) trajo consigo una violenta represión (miles de muertos) por parte de tropas nacionales y fascistas italianos. Supone el control de casi todo el sur de la Península. Ahora sólo le faltaba el control total del norte peninsular.

La Campaña del Norte (1937)

- Primavera-otoño de 1937 los Nacionales conquistaron todo el norte peninsular: País Vasco, Cantabria y Asturias.

- 26 de abril de 1937 bombardeo de la ciudad de Guernica por la Legión Cóndor. Supone un escándalo mundial y la República denunció la pasividad de las potencias mundiales a través de Picasso.

- Mola, único general que podía competir en el liderazgo del bando nacional, murió en un accidente de avión (junio 1937).

Fracaso de las contraofensivas republicanas en Aragón 1937 (Belchite: Zaragoza).

- La derrota republicana en la batalla de Belchite (agosto-septiembre de 1937) ocasionó que los nacionales rompan el núcleo republicano en dos y puedan concentrar a partir de ahora sus ataques en el frente sur.

La batalla de Teruel y la batalla del Ebro (1937-1938)

- Ofensiva republicana en Teruel (diciembre 1937) para recuperar la zona perdida, pero de nuevo fracasó.

- Ofensiva general de los nacionales en Aragón. En abril de 1938 las tropas de Franco llegaron al Mediterráneo, la zona republicana queda definitivamente dividida en dos, quedándose Cataluña totalmente aislada.

La última gran ofensiva republicana fue la Batalla del Ebro (julio 1938).

- Es sin duda, la batalla más cruenta de la Guerra Civil (100.000 muertos) y terminó por agotar definitivamente las reservas republicanas. La victoria nacional supone el avance definitivo contra Cataluña y un duro golpe al Gobierno de la República.

El final de la guerra

- Diciembre de 1938 se inicia la ofensiva nacional contra Cataluña. Tras tomar Barcelona, las tropas franquistas llegaron a la frontera en febrero de 1939.

- Miles de refugiados y el propio gobierno republicano cruzan la frontera francesa (500.000 personas).

- Divisiones internas en el bando republicano. Negrín propone la resistencia a ultranza con la esperanza de que el conflicto español quedará ligado a la inminente guerra europea. El Coronel Segismundo Casado encabeza el golpe de Estado contra Negrín con el objeto de alcanzar una paz honrosa (marzo de 1939).

- Pese a las propuestas de negociación de Casado y Besteiro, Franco exigió la rendición incondicional de la República.

- El 28 de marzo de 1939 las tropas franquistas entraron en Madrid.

- El 1 de abril de 1939 termina oficialmente la Guerra Civil.

5. La ayuda extranjera.

El conflicto tuvo gran trascendencia internacional por el clima de tensión que se desarrolló durante este período: enfrentamiento entre las potencias democráticas (Gran Bretaña y Francia) con las potencias fascistas (Alemania, Italia y Japón) y la potencia comunista (URSS).

Alemania e Italia mostraron desde el principio un decidido apoyo al bando rebelde de Franco, mientras que la URSS se inclinó por la República por la mediación del PCE, que también contaba con el apoyo de toda la opinión pública internacional progresista y del movimiento obrero internacional.

A pesar de ser democracias, Gran Bretaña y Francia optaron por no apoyar a la República, ya que los partidos conservadores de sus respectivos países no sentían ninguna simpatía por un régimen que se declaró a favor de la «revolución social». Además, los gobiernos de estos países, querían evitar cualquier enfrentamiento con Hitler, ya que podría desencadenarse un conflicto internacional.

Gran Bretaña argumentó que no podía decantarse por ninguno de los dos bandos al declararlos antiliberales y antidemócratas: califica a los republicanos de bolcheviques y a los nacionales de fascistas.

El resultado de todo ello fue la constitución del Comité Internacional de No Intervención (septiembre 1936), formado por 27 países, fue creado a instancias del Reino Unido y Francia. Alemania e Italia lo incumplieron porque apoyaron a Franco desde el principio y continuaron haciéndolo después.

La URSS fue la única potencia que apoyó a la República (sólo hasta 1938). Con la firma del Pacto de Múnich en 1938, las esperanzas de la República desaparecieron. Las Brigadas Internacionales fueron obligadas a retirarse y la URSS retiró su ayuda a la España republicana.

EEUU se mostró indiferente, aunque hay que tener en cuenta que sus compañías petrolíferas vendían combustible a Franco.

La desigual ayuda recibida por ambos bandos fue uno de los factores que explican la victoria de los nacionales.

Bando Nacional:

Pronta y decidida ayuda de los regímenes de Hitler y Mussolini. Ayuda para pasar el Ejército de África a la Península.

Mussolini (70.000 soldados, munición y material de guerra) y Hitler (Legión Cóndor, aviones de transporte y acorazados).
Colaboración de Portugal (dictador Salazar) permitiendo el paso de armas para el ejército de Franco.

Tropas marroquíes integradas en el Ejército nacional. 

Bando Republicano:

Escasa ayuda inicial francesa (Lèon Blum). El temor del gobierno francés a crear una situación conflictiva en Europa frenó su ayuda y se acogió a la política de no intervención que, propugnada por el gobierno británico, acabaría por convencer a la Sociedad de Naciones (SDN) para la no intervención en el conflicto español.

Francia cerró su frontera a la entrada de material bélico destinado a cualquiera de los contendientes, perjudicando notablemente al gobierno republicano.

La URSS, gobernada por Iósiv Stalin, tras comprobar la participación activa y directa de italianos y alemanes, rechazó la política de no intervención y acudió en auxilio del PCE. La ayuda soviética llegó a tiempo para la defensa de Madrid: blindados, aviones y equipos de asesores militares. Sin embargo, fue más dispersa y de menor calidad que la que recibió Franco.

Las Brigadas Internacionales, grupos de voluntarios, no todos comunistas, reclutados por la Internacional Comunista en muchos países del mundo. Fueron unos 40.000 y tuvieron un papel importante en la defensa de Madrid y en las batallas del Jarama y Teruel.

Las presiones del Comité de No Intervención y el desinterés de Stalin (el gobierno republicano agotó sus reservas para pagar la ayuda soviética) hicieron que Negrín aceptase su salida de España a fines de 1938, por lo que el futuro de la República estaba sentenciado.

6. Consecuencias de la guerra.

Uno de los aspectos más controvertidos entre los historiadores es el de las pérdidas humanas ocasionadas por el conflicto.



Consecuencias demográficas: las cifras son muy dispares, tanto por la dificultad que supone medir la mortandad de una guerra, como por el hecho de que se incluyan o no las muertes indirectas, causadas por el hambre, la alteración de la natalidad o la dura represión de la posguerra.

Además, hay que tener en cuenta el componente ideológico, en favor o en contra de cada uno de los bandos. Si a las muertes ocasionadas por la guerra y la posguerra, sumamos el medio millón de exiliados republicanos, las pérdidas demográficas superan con creces el millón de habitantes aproximadamente, al que habría que añadir las consecuencias que la caída de natalidad tendría en el futuro, ya que la mortalidad se centró principalmente en la población joven y activa.

El descenso demográfico se recuperaría años después con la política pronatalista del régimen franquista que se desarrolló a partir de la década de los 50.

Consecuencias económicas: la guerra significó la vuelta a una estructura activa predominantemente agraria, tras la destrucción masiva del tejido industrial.

Una buena parte de las ciudades del país, sobre todo en el Norte, estaban arrasadas (se calcula unas 250.000 viviendas destruidas). Lo mismo ocurría con buena parte de la red de comunicaciones terrestres y con el parque automovilístico.

Al enorme endeudamiento causado por la guerra (300.000 millones de pesetas) hay que añadir la pérdida del oro del Banco de España. Consecuencia de todo ello fue el hundimiento económico del país que se tradujo en el hambre y la miseria que caracterizó a los años de la posguerra.

El régimen autárquico impuesto por el régimen franquista durante la posguerra nada pudo hacer frente al bloqueo internacional al fue sometida España a partir de 1945 por parte de los Aliados.

Consecuencias culturales: el exilio masivo que supuso la derrota republicana incluyó a la gran mayoría de los científicos, ingenieros, catedráticos, escritores y artistas del país. Las consecuencias de la ausencia de éstos fueron muy graves, ya que retrasó durante varias décadas el desarrollo de España.

Todos los progresos culturales y sociales que se alcanzaron con la República involucionaron tras el final de la Guerra Civil.

Consecuencias morales: la guerra dejó marcadas a varias generaciones por el sufrimiento de tres años de guerra, por la represión posterior y el clima de revancha de la España posbélica, por la imposición de una escala de valores, la de los vencedores, que prolongó durante muchos años la división entre los españoles.

Tras la Transición y la etapa de los gobiernos democráticos esa división pervive entre los españoles, quedando todavía heridas abiertas por la represión franquista durante y después de la guerra. La Memoria Histórica (Memoria Democrática) simboliza este aspecto que todavía no se ha olvidado en España.

Consecuencias políticas: la victoria del bando nacional supone el final del liberalismo político en España al imponerse una dictadura militar de carácter unipersonal. El régimen se caracterizó por su autoritarismo y la absoluta prohibición de las libertades.

La dictadura franquista pervivirá en el tiempo porque supo adaptarse a los distintos acontecimientos internacionales y los cambios que fueron generando. Con la muerte del dictador se inició un proceso de transición democrática para recuperar el liberalismo político en España.

7. Conclusión.

La Guerra Civil española (1936-1939) enfrento a dos posturas ideológicas irreconciliables tras sus continuos enfrentamientos durante la República.

Una postura estaría representada por el bando republicano, defensor de las libertades, y la otra postura la representaba el bando nacional que estaba a favor de un Estado conservador y totalitario.

El desarrollo de la guerra y su desenlace final estuvo muy condicionado por la intervención o no de las distintas potencias mundiales, a favor de uno u otro bando. La ayuda internacional recibida por el bando nacional fue determinante para el resultado de la guerra.

Durante el desarrollo del conflicto armado Franco fue estableciendo los principios y las bases de lo que sería el Estado español tras la victoria final, una dictadura militar antiliberal y de carácter unipersonal que se prolongaría hasta su muerte en 1975.

Las divisiones producidas entre los vencedores y los vencidos tras la guerra todavía persisten en España, a pesar del tiempo transcurrido y de los intentos por olvidar aquel lamentable acontecimiento que enfrentó a hermanos contra hermanos.

Tras la muerte de Franco se inició el proceso de transición democrática que se culminó con el restablecimiento del liberalismo en España, una vez que se aprobó en referéndum la Constitución de 1978.




La Guerra Civil en la provincia de Huelva