LA SEGUNDA REPÚBLICA


La Segunda República.

Introducción.

1. La proclamación de la República.

2. El Gobierno Provisional y la Constitución de 1931.

3. El Gobierno Progresista, Izquierdista o Azañista (1931-1933).

4. El Bienio o Gobierno Derechista o Radical-Cedista (1933 -1936).

5. El Frente Popular (1936) y la conspiración militar.

6. Conclusión

Introducción.

La II República se proclamó el 14 de abril de 1931 por aclamación popular. Este factor será decisivo para el desarrollo de esta etapa de la historia contemporánea de España. En 1936 se inició la Guerra Civil (1936-39), terminando así la etapa republicana para el conjunto del Estado español. En 1939 se impuso una dictadura que acabó definitivamente con la República.

La II República ha sido la etapa más crucial de la historia contemporánea de España. Durante estos años surgen todos los conflictos, las frustraciones históricas y todos los problemas que dividían al país. Durante su desarrollo, la tensión social fue creciendo, aumentando así la lucha de clase entre los trabajadores y la oligarquía, desembocando en 1936 en una Guerra Civil.

La II República coincide en el tiempo con las repercusiones internacionales del crack del 29. La llamada gran depresión afectó profundamente a la economía española a partir de 1932, influyendo negativamente en las reformas que los gobiernos republicanos intentaron desarrollar.

La crisis económica originó el desarrollo de posturas extremistas en Europa (el ascenso de Hitler al poder en 1933). Como respuesta aparecieron los Frentes Populares de izquierda para frenar a la ultraderecha, en España aparecerá en 1936.

1. La proclamación de la República.

Las elecciones municipales del 12 de abril de 1931 demostraron que la oposición a la dictadura y al propio Alfonso XIII se habían impuesto en España. El apoyo a la tendencia republicana fue en realidad el reflejo de un sentimiento antimonárquico generalizado.

La oposición al rey se reflejó en el Pacto de San Sebastián (agosto de 1930), firmado por representantes de la oposición a la dictadura como intelectuales, representantes de los movimientos obreros, regionalistas y algunos miembros de los partidos liberales del turno.

Tras el fracaso del intento del golpe de Estado en Jaca (diciembre de 1930), los disturbios originados por el encarcelamiento de varios miembros del Comité Revolucionario (coordinado por Alcalá Zamora) provocan la dimisión de Berenguer y la convocatoria de elecciones para abril de 1931. El Almirante Aznar será el nuevo jefe del gobierno de la dictablanda.

La presión de los monárquicos antialfonsinos hizo que las elecciones generales estuviesen precedidas de unas elecciones municipales, necesitaban saber la fuerza real que representaba la oposición antimonárquica, y así preparar una nueva estrategia si el resultado de las elecciones no era el que ellos querían.

La victoria republicana en las ciudades de casi todo el país el 12 de abril fue aplastante, y en las primeras horas del día 13 parecía que el Gobierno del Almirante Aznar aceptaba la derrota monárquica y esperaría a las futuras elecciones legislativas, pero a partir de esa tarde los acontecimientos se precipitaron. Las calles de las principales ciudades se llenaban de manifestantes celebrando el triunfo en las elecciones municipales, mientras tanto, el Comité Revolucionario permanecía a la expectativa sin saber cuál sería la respuesta del Gobierno. El ministro de la Guerra Berenguer (anterior jefe del Gobierno) ordenaba a los gobernadores militares que «evitaran tomar medidas de fuerza ante la suprema voluntad nacional», mientras que el conde de Romanones (Partido Liberal) convencía al día siguiente a sus colegas (monárquicos) de que la caída de la monarquía era inevitable.

En la mañana del 14 de abril, la República era proclamada en Éibar (Guipúzcoa). En las horas siguientes, la población comenzó a salir a las calles en las principales ciudades, y la República fue proclamándose en Valencia, Sevilla, Oviedo y Zaragoza... ya no se trataba de manifestarse por la victoria en los ayuntamientos, ahora se trataba de proclamar el cambio de régimen y acabar con la monarquía alfonsina. El propio Romanones recomendó al Rey la salida del país (15/04/1931 sale hacia Francia).

2. El Gobierno Provisional. La Constitución de 1931.

Tras proclamarse el nuevo régimen por aclamación popular, éste necesitaba una base legal, algo que legitimase la nueva realidad del Estado español.

¿Quiénes se encargarían de hacerlo? Para esta tarea se formó un gobierno provisional encargado de convocar unas elecciones a Cortes Constituyentes que tendría como objetivo realizar la constitución que legitimase la República, la Constitución de 1931.

Los integrantes del Gobierno Provisional representaban a todas las fuerzas progresistas del país que habían participado en el Pacto de San Sebastián (agosto 1930). Por la labor ejercida como coordinador del Comité Revolucionario se decide que el presidente provisional sea Niceto Alcalá Zamora (representante de Derecha Liberal Republicana).

El Gobierno estará constituido por representantes de la derecha, el centro y la izquierda liberal republicana, además de los representantes de los movimientos obreros y representantes regionalistas (conservadores y progresistas).

(La izquierda liberal es la heredera del partido Progresista o Liberal y no hay que identificarla o confundirla con la izquierda obrera).

La distribución de cargos en el Gobierno Provisional es la siguiente:

Derecha Liberal Republicana:

Alcalá Zamora (presidente provisional) y Miguel Maura (ministro de Gobernación).

Partido Republicano Radical (Centro):

Alejandro Lerroux (ministro de Estado) y Diego Martínez Barrio (ministro de Comunicaciones)

Acción Republicana (posteriormente Izquierda Liberal Republicana):

Manuel Azaña (ministro de la Guerra)

Partido Republicano Radical Socialista (izquierda-progresista):

Álvaro de Albornoz (ministro de Fomento) y Marcelino Domingo (ministro de Instrucción Pública).

Acció Catalana (derecha) y la ORGA (izquierda) (Organización Republicana Gallega Autónoma):

Nicolau d´Olwer (ministro de Economía) y Casares Quiroga (ministro de la Marina).

Izquierda obrera:

Indalecio Prieto (ministro de Hacienda), Fernando de los Ríos (de Justicia) y Largo Caballero (de Trabajo), todos del PSOE.

A pesar de su diversidad ideológica todos actuaron con bastante coordinación y asumieron como función principal asentar las bases de la República hasta el momento de poder convocar elecciones a Cortes Constituyentes.

Pero la República tuvo que enfrentarse primero a la solución de una serie de problemas (4 cuestiones heredadas del 98) que no podían esperar a que se debatieran mientras se redactaba la Constitución, pasando previamente por un proceso electoral, no se podía perder tiempo, por lo que el Gobierno Provisional tuvo que realizar estas reformas antes de convocar las elecciones. El pueblo exigía respuestas y acciones inmediatas.

El pueblo es ahora más que nunca soberano, es impaciente y exigente, ellos habían proclamado el nuevo régimen y la clase política debería estar a su servicio.

En primer lugar, estaba el problema agrario, convertido desde el principio en cuestión clave para sofocar la conflictividad social. Había que realizar una reforma militar para acabar con cualquier tipo de amenaza golpista y adaptar el Ejército a las nuevas necesidades del país. La reforma educativa era necesaria para acabar con el analfabetismo (cuestión religiosa: acabar con monopolio de la Iglesia y establecer una educación pública). Por último, había que satisfacer las reivindicaciones regionalistas.

El Gobierno republicano decidió abordar estas cuestiones mediante una serie de decretos ministeriales (leyes para el Estado que son propuestas por los ministros correspondientes y aprobadas por el propio Gobierno Provisional) porque todavía no estaban constituidas las Cortes. Mientras tanto, se preparaba la convocatoria de elecciones a Cortes Constituyentes.

Entre las principales medidas destacan:

a) La reforma agraria-laboral de Largo Caballero (PSOE):

Medidas: obligación de los patronos de contratar a los jornaleros de su propio término municipal.
Prohibición temporal del desahucio de arrendatarios por impago. Establecimiento de Jurados Mixtos para arbitrar en los conflictos entre propietarios y arrendatarios. Implantación de la jornada de ocho horas y de unos salarios mínimos. Decreto de laboreo forzoso, que obligaba a los propietarios a poner en cultivo las tierras aptas para ello y así crear empleo.

El objetivo era fijar unas condiciones mínimas y garantizar el trabajo ante el paro creciente, pero los propietarios las interpretaron como un atentado contra sus derechos (oposición al Gobierno).

b) La reforma militar de Manuel Azaña (Acción Republicana):

Medidas: exigió a los militares prometer fidelidad a la República y ofreció el retiro, manteniendo el sueldo, a los oficiales que lo quisieran. Redujo el número de divisiones militares, eliminó los grados de Capitán General y Teniente General, y suprimió el Consejo Supremo de Guerra y de Marina, también cerró la Academia General Militar de Zaragoza (dirigida por Franco). Decretó la unificación de escalafones y suprimió los ascensos irregulares habidos durante la dictadura de Primo de Rivera.

El objetivo era reducir el número de altos oficiales para tener un mayor control sobre el Ejército y evitar un golpe de Estado como en 1923, además de reducir los gastos militares y emplearlos en otras reformas.

Estas medidas contaron con la oposición de jefes y oficiales militares, fueron vistas como un atentado contra sus derechos y una represalia por su papel en la dictadura (oposición a Azaña).

c) La reforma educativa de Marcelino Domingo (Partido Republicano Radical Socialista):

Medidas: se crearon 7.000 plazas de maestros, se dictó la Ley de Construcciones Escolares (nuevas escuelas). Aumentaron el salario de los maestros (aunque en realidad no había fondos para pagar estos sueldos). Se estableció la voluntariedad de la enseñanza de la religión como asignatura.
Se fundó el Patronato de Misiones Pedagógicas para extender la enseñanza entre los adultos.

d) La cuestión regionalista fue abordada por el propio Alcalá Zamora. En Cataluña, Maciá (presidente de la Generalitat) impulsó un proyecto de Estatuto de Autonomía provisional, que fue sometido a consulta popular, dando lugar a la promesa de Alcalá Zamora para que se aprobase en las Cortes (una vez que estuviesen constituidas). Menos éxito tuvo el proyecto vasco, al que el Gobierno veía con recelo por su excesivo carácter religioso y conservador, por lo que fue paralizado.

Una vez aprobadas estas medidas, el ambiente social del país en lugar de relajarse, ante el inicio del proceso electoral, se vuelve más tenso por la presión constante de los socialistas (anarquistas y comunistas fundamentalmente). Se trataba de recordar al gobierno que estaban al servicio del pueblo y no se conformaban con la aprobación de estas medidas, querían ver su aplicación inmediata. Se produjo una serie de conflictos y huelgas, a las que hay que unir la actitud contraria al régimen republicano de patronos y propietarios.

La CNT (principal sindicato anarquista) inició una huelga en la Compañía Telefónica como medida de presión al Gobierno republicano. También el PSOE celebró un Congreso, y en él se impuso la posición de Indalecio Prieto (mantenerse en el Gobierno Provisional), frente a la postura de Besteiro, (partidario de pasar a la oposición). El PSOE, principal fuerza política de la izquierda obrera, quedaba dividido, por lo que su apoyo al gobierno se debilitaba.

Pero el conflicto que afectó realmente el comienzo de la República fue el enfrentamiento entre la Iglesia y el Estado. Desde el principio, los sectores más reaccionarios del clero (contrarios a los cambios que proclamaba la República en contra de sus privilegios), criticaron al Gobierno por su política laicista en materia de enseñanza y de abandono de la financiación de la Iglesia

Los grupos católicos fundaron su propio partido político para las elecciones de junioAcción Nacional con el lema «Religión, Familia, Orden, Trabajo y Propiedad». Partido que se opone claramente a la República y que se presentará a las elecciones de junio de 1931.

En los días 10, 11 y 12 de mayo se desencadenaron los sucesos que han pasado a la historia como «la quema de conventos» (enfrentamientos entre republicanos y monárquicos). Los republicanos más radicales no estaban de acuerdo con el movimiento organizado por la Iglesia en contra de la República, movimiento al que pronto se vincularon los monárquicos, que vieron en este grupo (Acción Nacional) una oportunidad para realizar su oposición contra la República.

El motín fue creciendo, al tiempo que los rumores incitaban a una población en la que la tensión frente a la Iglesia había despertado el viejo anticlericalismo. Aunque el Gobierno declaró el Estado de guerra, no pudo impedir la destrucción de edificios religiosos, por lo que la imagen de la República se vio perjudicada. La quema de conventos enfrentó abiertamente al régimen con las clases propietarias, que hicieron de la «defensa de la religión» un arma eficaz de propaganda antirrepublicana.

La Constitución de 1931.

El 28 de junio se celebraron las elecciones a Cortes Constituyentes con total normalidad, sin tener en cuenta la tensión social previa. A pesar de la poca participación de la derecha y la abstención de los anarquistas, votaron aproximadamente el 70% del censo, que dieron una clara victoria a la conjunción de republicanos progresistas y socialistas, siendo el PSOE la fuerza más votada.


La acción siguiente era formar una comisión constitucional con el objetivo de elaborar una Constitución. Tras un intenso debate, el 9 de diciembre quedó definitivamente aprobada. La Constitución de 1931 consta de 9 títulos y 125 artículos. Sus principales características son:

- La definición del Estado como «República democrática de trabajadores de toda clase», subrayando el carácter popular de la soberanía.

Una extensa declaración de derechos y libertades, no sólo individuales y políticos, sino también económicos, familiares y culturales. 

Entre los aspectos más novedosos destaca el sufragio universal para mayores de 23 años y el reconocimiento del voto femenino

En las Cortes se desarrolló un intenso debate previo sobre la cuestión del voto femenino. Victoria Kent y Margarita Nelken se pronunciaron en contra del voto femenino en las primeras elecciones que se convocasen, pero Clara Campoamor defendió la participación de la mujer en las elecciones. El planteamiento original del debate era si el voto femenino decantaría el resultado de estas elecciones a favor de la derecha por la influencia que la Iglesia ejercía sobre la mayoría de las mujeres, sobre todo en los núcleos rurales y en provincias.

Se establecen otras medidas que garantizan el reconocimiento de los derechos sociales como el matrimonio civil, el divorcio y la equiparación de los derechos de los hijos legítimos e ilegítimos.

Se declara la igualdad de todos y todas en el derecho a la educación (educación pública y gratuita), y el trabajo aparece como una obligación social protegida por la ley

Asimismo, se establece la subordinación del derecho a la propiedad privada al interés público, ante la posibilidad de expropiación (se aplicará en la Reforma Agraria).

Las Cortes quedan configuradas como el principal órgano de representación del pueblo. Elegidas cada cuatro años, constan de una sola cámara, y tienen en exclusiva el poder legislativo. 

El Presidente (Jefe de Estado) es elegido cada seis años por los diputados y por un número igual de compromisarios (exdiputados). Las competencias del presidente están restringidas y son controladas en todo momento por las Cortes.

El Presidente nombra al Jefe del Gobierno y, a propuesta de éste, a los ministros, pero éstos deben ser ratificados en sus cargos por las Cortes, ante quienes responden individualmente.

- Se establece un poder judicial totalmente independiente, con un Tribunal de Garantías Constitucionales cuyos miembros son elegidos por las Cortes.

Se dispone la posibilidad de que un conjunto de provincias se constituya como región autónoma, para lo cual deberán presentar su proyecto de Estatuto a las Cortes, previamente se consulta al pueblo en las provincias implicadas.

Se prohíbe la federación de regiones autónomas, de esta forma se intentaba apaciguar a la derecha ante el temor al separatismo o a la disgregación del país. El debate sobre los Estatutos de Autonomía fue uno de los más duros, y obligó a una redacción moderada y restrictiva.

Pero el debate más intenso fue el de los artículos 26 y 27, en los que se abordaba la cuestión religiosa. Estos artículos establecen la disolución de las Congregaciones religiosas de «obediencia a autoridad distinta de la legítima del Estado» (con esta redacción se pretende expulsar a la Compañía de Jesús cuya obediencia era directa al Papa). Desaparece el presupuesto de culto y clero. Se prohíbe a las Congregaciones religiosas el ejercicio de la enseñanza, la industria y el comercio. La iglesia lo entiende como un ataque directo porque les impide tener unas fuentes de ingresos que les proporcionen riqueza y poder.

La Constitución proclama la libertad de conciencia y cultos y establece la jurisdicción civil sobre los cementerios (ingresos económicos).

La aprobación de estos artículos, a pesar de la oposición de la derecha, ocasionó una crisis institucional al dimitir Alcalá Zamora y Miguel Maura. El Gobierno se remodeló asumiendo Manuel Azaña la presidencia provisional, además del Ministerio de Guerra, él será el que firme la Constitución como presidente en funciones.

-  En su conjunto, la Constitución era de carácter claramente progresista, y con un texto que permitía el desarrollo de un sistema político abierto a la izquierda y a la derecha. Sin embargo, fue muy criticada por la Iglesia y por los partidos de la derecha, que convirtieron la cuestión de la religión en la principal causa de su rechazo

Tras la aprobación de la Constitución, Alcalá Zamora será elegido por las Cortes como primer Presidente Constitucional de la II República.

3. El Bienio Azañista (de diciembre de 1931 hasta noviembre de 1933).

Tras aprobarse la Constitución, se formó el primer Gobierno Constitucional de la II República. Izquierda Liberal Republicana y PSOE forman un gobierno de coalición, a pesar de que el PSOE tenía más diputados, Alcalá Zamora decide nombrar como jefe del gobierno a Azaña porque el PSOE estaba dividido. Azaña formará un gobierno con los mismos ministros que formaron el Gobierno Provisional, a excepción de los radicales de Lerroux.

El gobierno azañista continuó con las reformas ya iniciadas durante el periodo del Gobierno Provisional. Todas estas se realizaron en un clima de tensión política y social protagonizada por la izquierda obrera (CNT y PCE) a través de huelgas, y desde la derecha mediante la oposición a las reformas y la provocación continua al Gobierno.

1.- Largo Caballero continuó al frente de la legislación laboral y social, destacan las medidas siguientesLey de Jurados Mixtos (decidían en caso de desacuerdo entre patronos y obreros), Ley de Asociaciones Profesionales (papel protagonista en las negociaciones laborales) y la creación de los Inspectores de Trabajo (controlar si se cumplen estas leyes). Estas reformas pusieron a los patronos en contra de Largo Caballero, solicitando la dimisión de éste.

2.- La reforma educativa, ahora con Fernando de los Ríos (PSOE) al frente, continuó con su desarrollo. Según la Constitución «la educación es un derecho de todos y el Estado debe proporcionarla». El Gobierno adoptó un modelo basado en la escuela pública, una educación obligatoria y gratuita, el establecimiento de la enseñanza mixta (no lo acepta la Iglesia). Continuó con el programa de construcción de escuelas y de creación de plazas de maestro (aunque no tenía fondos suficientes). 

La religión católica desaparece como asignatura y se prohibió el ejercicio de la enseñanza a las congregaciones religiosas. Ambas decisiones provocaron el rechazo frontal de la derecha y de la Iglesia, que se negó a cerrar sus colegios y prohibió a los católicos que matricularan a sus hijos en las escuelas públicas. Tampoco cederán sus locales para que el Estado disponga de ellos.

3.- Azaña continuó su reforma militar, ahora como presidente del gobierno, recortó el presupuesto de Defensa y redujo el número de oficiales. Planteó reorganizar el sistema de acceso por estudios, lo que provocó el resentimiento de una buena parte de los oficiales (africanistas). Su reforma fracasó y el Ejército continuó estando en una situación precaria.

La Reforma Agraria era la cuestión fundamental para la izquierda republicana y los socialistas. Eran conscientes de que un cambio en la estructura agraria acabaría definitivamente con el atraso económico del país.

Plantean el asentamiento de campesinos en los latifundios y tierras que no eran explotadas, así se solucionaría la miseria campesina. La división de opiniones a la hora de tratar la forma de realizar la Reforma Agraria paralizó el proceso, unos pedían la expropiación y el reparto de las tierras entre los jornaleros, con o sin indemnización, y otros proponían el asentamiento de las familias campesinas en tierras que pudieran cultivar, sin tocar el derecho de propiedad. La principal oposición a esta medida se encuentra en la oligarquía terrateniente.

En medio de la presión campesina, organizada por la CNT y el PCE (Andalucía y Extremadura), y de la Agrupación Nacional de Propietarios Agrarios (partido de derecha), se presentaron y rechazaron un total de cuatro borradores. La ley de Bases para la Reforma Agraria se aprobará el 9 de septiembre de 1932, condicionada por el intento de golpe de Estado del General Sanjurjo (agosto de 1932).

La ley de Bases para la Reforma Agraria de 9 de septiembre de 1932 afectaba a Andalucía, Extremadura, La Mancha y Salamanca. Declaraba la expropiación de tierras incultas o deficientemente cultivadas... El Instituto de Reforma Agraria (IRA) se encargó de hacer el Registro de la Propiedad Expropiable, para ello se dotaba al IRA de un presupuesto para indemnizaciones, siendo además el encargado de asignar las tierras entre los campesinos. Aunque era una ley insuficiente para las exigencias de sindicatos y partidos obreros, la reforma fue una revolución.

Por la lentitud con que se fue aplicando resultó ser un fracaso: se tardó casi un año en completar el registro de propiedades expropiables y en organizar el IRA, y además no se contaba con suficientes recursos para indemnizar a los expropiados. La resistencia de los propietarios, que recurrieron a todo tipo de medios, fue otro de los motivos de este fracaso. El resultado fue el aumento del descontento de los campesinos hacia el Gobierno (impacientes) provocando el desarrollo de conflictos sociales y la caída del gobierno de Azaña.

Causas del fracaso del Gobierno Azañista

La conflictividad social de este periodo tuvo como causa principal la tensión política motivada por los enfrentamientos entre los grupos de izquierda y la oposición de la derecha.

Este enfrentamiento ralentizó la puesta en marcha de las reformas. Los jornaleros y obreros, que tenían demasiadas expectativas depositadas en la República, se mostraban impacientes por este retraso y se unieron a las movilizaciones organizadas por los sindicatos anarquistas (CNT) y el PCE, movilizaciones que iban en contra de la actitud manifiesta de propietarios y empresarios a aplicar las reformas. Ante la presión de los patronos, el Gobierno utilizó las fuerzas del orden público para reprimir las huelgas (no quería perder el control de una clase obrera que estaba ahora en manos de anarquistas y comunistas). Los terratenientes aprovecharon esta situación para incumplir las medidas sobre el laboreo forzoso y la contratación preferente de jornaleros del municipio respectivo.

A este clima de conflictividad social hay que sumarle la oposición de la derecha que a partir de 1932 se va a reorganizar para realizar una oposición más fuerte. Se creó un nuevo partido llamado Acción Popular, dirigido por Gil Robles se configuró como el gran partido de la derecha (se unen católicos y monárquicos).

Otro grupo de oposición al Gobierno lo constituyen los alfonsinos y los carlistas (monárquicos) que llegaron a un acuerdo para luchar juntos contra la República.

En las universidades actuaban las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista (JONS), pequeño grupo de carácter fascista y violento que se manifestaba en contra de las libertades e igualdades sociales defendidas por la FUE (organización estudiantil de carácter liberal).

Las asociaciones patronales del país, también unieron sus fuerzas para acabar con la reforma agraria y la legislación laboral de Largo Caballero.

A toda esta fuerza de oposición de derecha hay que sumarle la presión por parte de la propia izquierdala CNT, con más de un millón de afiliados, optó claramente por una línea dura y revolucionaria para presionar al Gobierno. El PCE, que también aumentó su militancia a unos 11.000 miembros, optó por una línea radical contra el Gobierno para conseguir sus reivindicaciones (revolución social).

Esta será una característica que se repita en el desarrollo de la Segunda república. La tendencia ideológica que esté en el gobierno se dividirá y debilitará, y la que esté en la oposición se unirá para acabar con la otra postura ideológica, no hay diálogo ni colaboración entre ellos.

El ambiente político de 1932 se complicó aún más con la expulsión de la Compañía de Jesús. Esta acción motivó que la Reforma Agraria y el Estatuto de Autonomía para Cataluña contaran con la oposición de católicos y monárquicos, contrarios al Gobierno. La identificación del Estatuto con la disgregación del país tuvo sus consecuencias en una parte importante del Ejército.

Ante esta situación, el General Sanjurjo (africanista) intentó dar un golpe de Estado (agosto 1932). Sanjurjo pretendía formar un gobierno republicano que diera un giro hacia la derecha. Fue juzgado y condenado a muerte, pero su pena fue conmutada (exiliado). La Sanjurjada le sirvió al Gobierno para obtener el respaldo suficiente en las Cortes para aprobar la Ley de Reforma Agraria y el Estatuto de Cataluña por una amplia mayoría, ante el temor de un nuevo intento de golpe de Estado.

La buena cosecha de 1932 provocó la caída de los precios (saturación del mercado) y 1933 comenzó con más problemas sociales por el aumento del paro. En medio de una oleada de levantamientos campesinos (organizados por CNT), se va a desarrollar el acontecimiento que marcará la caída definitiva del gobierno de Azaña. En el pueblo de Casas Viejas (Cádiz), miembros de la Guardia Civil y Guardias de Asalto realizaron una masacre frente a un grupo de anarquistas (reivindican el comunismo libertario). Cuando la noticia apareció en la prensa (por filtración de la derecha) se produjo un gran escándalo, tanto por la violencia empleada como por la ausencia inicial de explicaciones del Gobierno (Sucesos de Casas Viejas, enero de 1933).

El Gobierno de Azaña estaba seriamente amenazado ante esta situación (moción de censura) y el PSOE (Largo Caballero) le retirará su apoyo. Azaña se quedaría con un Gobierno en minoría.

En pleno desconcierto de la coalición gobernante (Izquierda Republicana de Azaña y el PSOE)la campaña de la derecha para acabar con un gobierno debilitado por estar en minoría, se centró en la discusión de la Ley de Congregaciones Religiosas (la enseñanza). Fernando de los Ríos prometió que habría plazas para escolarizar a todos los niños que se educaban en colegios católicos, pero no había recursos suficientes. Los obispos no aceptaron el cierre de sus colegios, exigiendo a los padres creyentes que no matriculasen a sus hijos en escuelas públicas. La prensa de la derecha convirtió el debate en una auténtica «cruzada contra el Gobierno», que se veía cada vez más presionado.

En los meses siguientes se produjo una polarización progresiva de las fuerzas políticas, estableciéndose el enfrentamiento entre dos polos opuestos: la izquierda y la derecha.

En la izquierda, el sector del PSOE liderado por Largo Caballero se planteó radicalizar su lucha contra el Gobierno, tras romper su alianza, y acercarse a las posturas del PCE y CNT. La izquierda estaba dividida, mientras que la derecha se hizo más fuerte con la fundación de un nuevo partido, la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA), en ella se integraron todos los sectores católicos y la oligarquía. Dirigida por Gil Robles, propuso como programa la reforma de la Constitución, eliminando todas las reformas anteriores (Reforma Agraria y Estatuto de Cataluña), y la defensa de los intereses económicos de los propietarios.

Ante esta situación de inestabilidad política Alcalá Zamora disolverá las Cortes y convocará nuevas elecciones en noviembre de 1933.

4. El Bienio Radical-Cedista (de noviembre de 1933 a febrero de 1936).

Alcalá Zamora disolvió las Cortes en noviembre de 1933 y tras la convocatoria de unas elecciones, formó un nuevo Gobierno con Lerroux (PRR) al frente, pero era un Gobierno sin mayoría (inestable).


 El partido con más votos fue la CEDA de Gil Robles, que por la admiración que demostraba hacía el fascismo y el nazismo hizo que Alcalá Zamora no los incluyera en el Gobierno. Tras varios fracasos de coaliciones con otros grupos políticos minoritarios, Alcalá Zamora tuvo que acceder a incluir a tres miembros de la CEDA en el Gobierno de Lerroux.

 El clima de inestabilidad que se daba en las Cortes, los continuos conflictos en el campo, los sucesivos incidentes entre la FUE y la JONS en la Universidad, la tensión entre el Gobierno y los nacionalistas, además de la radicalización de la opinión pública contra el Gobierno, llevó a la izquierda obrera a preparar una insurrección armada si la CEDA entraba a formar parte del Gobierno. En 1933 Hitler había ascendido al poder en Alemania y la CEDA no ocultaba su admiración por el nazismo.

Tras los intentos fallidos por establecer un gobierno estable de coalición, Alcalá Zamora formaría un nuevo Gobierno en octubre incluyendo a tres miembros de la CEDA. Los dirigentes socialistas organizaron una huelga general, que fue apoyada en todas las ciudades. Se presentaba como un medio para restablecer la legitimidad democrática quebrantada por el ingreso en el Gobierno de la CEDA (antidemócrata).

La Revolución de Octubre de 1934 (que se desarrolló entre los días 5 y 19 de octubre) fracasó en Madrid por la rápida reacción del Gobierno. Los principales dirigentes socialistas y comunistas fueron detenidos. En Cataluña el Ejército consiguió recuperar el mando tras la rendición del gobierno de la Generalitat (arrestado y encarcelado). En el resto del país, el paro fue total en los primeros días, sobre todo donde los obreros de filiación socialista (PSOE) eran la mayoría.

Otro factor que explica el fracaso de la revolución fue la falta de coordinación en el campo y la falta de apoyo de la CNT (la huelga general fue propuesta por el PSOE por lo que ni PCE ni CNT la apoyan). Por estos motivos la insurrección fue sofocada en todo el país, excepto en Asturias. Para combatirla el Gobierno entregó plenos poderes militares al General Franco, que acabó con la insurrección.

El balance de octubre de 1934 fue durísimo: más de 1000 muertos entre los insurrectos, las fuerzas del orden y el Ejército, miles de heridos y unos 30.000 detenidos (muchos de ellos eran dirigentes socialistas).

El final del Bienio Derechista viene marcado por los sucesos de octubre de 1934. La derecha se dividió entre aquellos que eran partidarios de tomar duras represalias contra los insurrectos, ejecuciones incluidas, y quienes reclamaban una amnistía general.

La opinión pública y el presidente Alcalá Zamora estaban a favor del indulto de los dirigentes socialistas condenados a muerte. La CEDA y otros partidos de la derecha pedían la ejecución de las sentencias. El triunfo de la primera opción provocó que la CEDA abandonara el Gobierno, aunque volvería más tarde.

La Revolución de octubre de 1934 sirvió para dividir a la derecha (derecha liberal y ultraderecha) y unir a la izquierda.

A lo largo del año 1935 la conflictividad social irá en aumento. Las causas principales se centran en las políticas de «rectificación» que desarrollo el gobierno radical-cedista. Se decretó la suspensión del Estatuto de Cataluña, en represalia por la participación en la revolución de octubre. Se aprobó una nueva Ley de Reforma Agraria, que no era otra cosa que una contrarreforma: limitaba el presupuesto del IRA, anulaba el inventario ya hecho de fincas expropiables y disponía límites más restringidos para decidir qué tierras podían expropiarse. El resultado fue la paralización de la reforma.

La crisis del gobierno cada vez era mayor ya que los radicales sólo podían gobernar con el apoyo de la CEDA, por no contar con la mayoría suficiente. Los radicales de Lerroux rechazaban la política de los miembros de la CEDA, cada vez más próxima a planteamientos fascistas. Los nombramientos hechos por Gil Robles como ministro de la Guerra (Franco como Jefe del Estado Mayor) provocó sospechas entre la izquierda y en el propio Alcalá Zamora de un intento de golpe de Estado.

La crisis definitiva se desencadenó a partir de octubre de 1935, cuando había estallado el escándalo del estraperlo (sobornos), en el que estaban implicados varios miembros del Gobierno. El escándalo trajo consigo la destitución de Lerroux y de sus ministros (septiembre 1935). Alcalá Zamora encargó a Portela Valladares (Partido Demócrata de Centro) formar un nuevo gobierno de transición para que se celebrasen unas elecciones en febrero de 1936. Tendría que disolver las Cortes y convocar nuevas elecciones porque era consciente de la actividad conspiradora de Gil Robles, al que nunca encargaría formar gobierno, pese a tener mayoría en las Cortes, por su actitud manifiesta de admiración por el nazismo de Hitler.

A lo largo de 1935 se crearon las dos grandes coaliciones que se enfrentarían en las elecciones de 1936. El primer bloque está constituido por la derecha antirrepublicana, formada por el Bloque Nacional, dirigido por Calvo Sotelo (defiende la idea de un Estado autoritario similar al fascista), y la CEDA de Gil Robles. Otro representante de la derecha antirrepublicana fue Falange (fundada en 1933 por José Antonio Primo de Rivera) pero que apenas contaba con el respaldo popular. 

El otro bloque lo integraban todas las fuerzas de la izquierda, unidas por las campañas proamnistía para los presos de octubre. Éstos reclamaban nuevas elecciones que permitieran salvar a la RepúblicaManuel Azaña, liberado a finales de 1934 ante la falta de pruebas contra él, recuperó el liderazgo de la izquierda, cuando el Gobierno de Lerroux estaba ya hundido por los escándalos. Azaña será el encargado de liderar el Frente Popular (coalición de partidos de izquierda a favor de la República y contrarios al fascismo, este movimiento imitaba a los Frentes Populares creados en el resto de Europa para frenar a la ultraderecha).

5. El Gobierno del Frente Popular (de febrero hasta julio de 1936).

En 1936 todo el país era consciente de la situación política. El Centro, representado por los radicales de Lerroux, y la derecha liberal republicana habían perdido el respaldo del pueblo. Ahora aparecen dos grandes bloques electorales enfrentados y sin posibilidad de entendimiento: la izquierda y la derecha antirrepublicana.

En enero de 1936 se firmó el Pacto del Frente Popular con un programa que pretendía volver a poner en marcha la legislación del primer bienio (anular las políticas de rectificación del bienio anterior), decretar una amplia amnistía (anular todas las represalias por la revolución de octubre) y restablecer las garantías constitucionales. Su objetivo es ganar las elecciones por la unión de las izquierdas frente a una derecha antirrepublicana dividida.

Al pacto se unieron Izquierda Republicana, Unión Republicana, PSOE, PCE y el Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM). Azaña era contrario al ingreso en el Frente Popular de los comunistas por la fuerza con la que se emplearon contra él durante su gobierno, los culpaba de su fracaso. Largo Caballero amenazó con sacar de la coalición al PSOE y forzó a Manuel Azaña a aceptar la entrada de los partidos comunistas (PCE y POUM). Era consciente de la necesidad de unir a todas las fuerzas de izquierda para derrotar a la ultraderecha. La CNT no participó, pero pidieron a sus afiliados que votasen en las elecciones, lo que significó un apoyo claro al Frente Popular para ganar las elecciones.

La otra gran coalición se formó entre el Bloque Nacional y la CEDA, aunque no fue capaz de hacer un programa coherente: fundamentó su alianza en la negación de la revolución social, el rechazo al marxismo y la amenaza que para el país significaría el Frente Popular. Esta actitud negativa le restó muchos votos de partidarios del centro. El mismo José Antonio Primo de Rivera criticó la falta de programa y mantuvo a la Falange fuera de la coalición. 

El PNV (partido conservador) se presentó por su cuenta como un partido de centro, no apoyaría a la derecha antirrepublicana porque estaba en contra de los estatutos de autonomía. Por este motivo los partidos regionalistas conservadores tampoco apoyaron a la coalición antirrepublicana.

La campaña y las elecciones se celebraron con bastante orden, pese a la violencia verbal y al clima de enfrentamiento existente. La participación en actos electorales fue masiva, propia de un país que vivió las elecciones con la conciencia de que se jugaba bastante (el 72% del censo acudió a votar). La victoria de la izquierda se produce en las grandes ciudades y en las provincias del Sur y de la periferia, mientras que la derecha se impuso en las provincias del Norte y del interior. 


La unidad de unos y la desunión de los otros fue la clave para explicar el triunfo del Frente Popular.

Manuel Azaña formó el nuevo Gobierno (compuesto únicamente por republicanos de izquierda) y puso en marcha el programa del Frente Popular. Decretó una amplia amnistía y restituyó a los funcionarios expulsados tras octubre de 1934. Se restableció el Estatuto catalán, y Azaña envió a los Generales sospechosos de conspiración a puestos alejados de Madrid (Franco a Canarias y Mola a Pamplona).

Sin embargo, el hecho más significativo de aquellos meses fue la ocupación sistemática de fincas y la puesta en práctica de la Reforma Agraria. El Gobierno devolvió las tierras a los campesinos expulsados. Pero los sindicatos agrarios decidieron forzar la situación, y empezaron a ocupar las fincas y a ponerlas en explotación de una forma descontrolada. La resistencia de los terratenientes provocó enfrentamientos entre los campesinos y la Guardia Civil (origen de los conflictos sociales característicos del Frente Popular).

Otro factor que explica la inestabilidad del Frente Popular fue que la derecha antirrepublicana pasó abiertamente a la conspiración, la provocación y el enfrentamiento, y la izquierda obrera, en lugar de apoyar la política del Gobierno, se dejó arrastrar y respondió a las provocaciones. El Gobierno del Frente Popular perdió el control de las calles.

Otra causa de la desestabilización del Frente Popular y de la propia República fue la destitución de Alcalá Zamora como presidente. Tras constituirse las nuevas Cortes, su primera acción (propuesta por Azaña) fue la destitución de Alcalá Zamora (artículos 81 y 82 de la Constitución). Para Azaña la actitud conciliadora de Alcalá Zamora entre la derecha y la izquierda ya no era necesaria por la nueva situación política que se había establecido en el país (enfrentamiento abierto entre la izquierda republicana y la derecha antirrepublicana). Además, hay que tener en cuenta que Alcalá Zamora lo había destituido en 1933. Azaña estableció un acuerdo secreto con Indalecio Prieto (líder de un sector del PSOE) para asumir respectivamente la jefatura del Estado (presidencia) y la jefatura del Gobierno.

Manuel Azaña fue elegido Presidente en mayo de 1936, pero Prieto no consiguió formar Gobierno al no contar con el apoyo de la totalidad de su partido a la hora de votar en las Cortes, ya que el sector del PSOE liderado por Largo Caballero era partidario de la revolución y de la alianza con el PCE. Azaña tuvo que encargar la formación de Gobierno a Casares Quiroga, que lo realizó sin contar con la participación obrera.

El nuevo gobierno continuó con el restablecimiento de la legislación progresista del primer bienio, ahora de forma acelerada. Como novedad estaría la tramitación parlamentaria de los Estatutos de Galicia y del País Vasco, además del proyecto valenciano (el proyecto andaluz de Blas Infante que se presentaría en septiembre se quedó en puertas por el inicio de la Guerra Civil).

La primavera de 1936 estuvo marcada por los enfrentamientos abiertos entre grupos obreros extremistas (anarquistas y comunistas) y organizaciones de ultraderecha que pasaron a la lucha callejera, ante un Gobierno incapaz de controlar el orden público.

El enfrentamiento fue especialmente duro entre grupos falangistas y las milicias socialistas, comunistas y anarquistas. Ante esta situación se establece un debate parlamentario en el que Gil Robles acusa al Gobierno de ser el responsable de la situación.

En el mismo debate se produjo un enfrentamiento entre Calvo Sotelo, que insinuó la posibilidad de un golpe militar, y Casares Quiroga, que le respondió que «si algo ocurre, que no ocurrirá, haré a su señoría responsable de todo».

El 12 de julio muere el teniente de la Guardia de Asalto José del Castillo en una intervención para sofocar un enfrentamiento entre anarquistas y falangistas. La madrugada del 13 de julio será ejecutado el líder del Bloque nacional, José Calvo Sotelo, por parte de varios Guardias de Asalto, que habían decidido vengar la muerte de su compañero. Este acontecimiento provocó el adelanto del golpe de Estado que preparaban un grupo de militares que conspiraban contra la República.

La conspiración militar.

La revolución de octubre produjo un acercamiento entre grupos militares hostiles a la República y líderes de la ultraderecha. En 1935, cuando Alcalá Zamora se negó a que Gil Robles pudiera formar Gobierno, se preparó el golpe de Estado ante la insistencia de Calvo Sotelo, pero Franco se negó porque pensaba que el Ejército aún no estaba preparado.

Tras las elecciones de 1936, se exigió un golpe militar por parte de los grupos de la derecha antirrepublicana. Los sectores más destacados de la derecha antirrepublicana llegaron a la conclusión de que sólo un golpe militar podría evitar una inminente «revolución social». Gil Robles, Calvo Sotelo, José Antonio Primo de Rivera, representantes de la oligarquía (Juan March) y Generales antirrepublicanos como Sanjurjo (en el exilio), Mola, Fanjul, Goded, Franco, Queipo de Llano, Cabanellas… iniciaron contactos para preparar el golpe.

Las principales dificultades para preparar el golpe de Estado estuvieron, sobre todo, en poner de acuerdo a los distintos sectores de la ultraderecha, ya que cada uno proponía a una forma de gobierno distinta. El rechazo hacia el Frente Popular y hacia la «revolución social» fue lo que unió a grupos tan dispares en una misma causa.

El golpe militar se adelantó tras el asesinato de Calvo Sotelo. Esto acabó por decidir a Franco, hasta entonces dubitativo, a participar en la sublevación, siendo clave en los planes del General Mola. En medio de los rumores de golpe de Estado, Casares Quiroga se mantuvo inactivo, pese a las advertencias que le hacían los líderes obreros. Cuando el 17 de julio se produjo la rebelión en Marruecos, el Gobierno permaneció inoperante, creyendo durante muchas horas que se trataba de un intento condenado al fracaso. Dos días después, la Guerra Civil era un hecho. 

6. Conclusión.

La República tuvo que afrontar los problemas básicos que acarreaba España desde principios del siglo XX, que no eran otros que la cuestión social, la cuestión militar, la regionalista y la religiosa.

Para atender a la demanda de aquellos que la proclamaron se realizaron una serie de reformas durante el Gobierno Provisional que posteriormente se reflejaron en la Constitución de 1931.

La falta de medios económicos y la oposición de los grupos privilegiados hasta ese momento, frenarán la puesta en marcha de estas reformas, por este motivo habrá una presión constante sobre los distintos gobiernos republicanos por parte de anarquistas y socialistas (CNT y PCE).

La República se caracterizó por un intenso debate parlamentario que, entre otras cuestiones, se centró en la Reforma Agraria. La lentitud en su aplicación por parte del Gobierno Azañista, la paralización por parte del Gobierno Radical-Cedista, y su posterior restablecimiento de una forma acelerada y descontrolada con el Frente Popular, será una de las razones que llevaron a los españoles a constituirse en dos bandos que se enfrentarán en la Guerra Civil (1936-1939).

Por un lado, están los republicanos, la mayoría de izquierda, aunque también contaba con el apoyo de parte de la derecha, que defienden los principios liberales, y los regionalistas.

Por el otro lado están los antirrepublicanos, entre los que están los defensores de los valores tradicionalistas (católicos y monárquicos), y aquellos que se sienten amenazados ante la posibilidad de una «revolución social», admiradores de los regímenes totalitarios de Hitler y Mussolini. A estos se les une una parte del Ejército, perjudicados por las reformas militares de Azaña, y que ven amenazada la unidad del país con los estatutos de autonomía.

Todos los logros alcanzados durante la República relacionados con los derechos y libertades civiles se perderán tras la derrota en la Guerra Civilrecuperándose en la Transición a finales de los años 70. Estos derechos y libertades son la base de nuestra sociedad actual y quedaron plasmados en la Constitución de 1978.